Es una manifestación fisiopatológica de la insuficiencia hepática que consiste en un daño constante en las células hepáticas, provocada por diferentes factores (alcohol, fármacos, tóxicos, etc.), que induce a que no haya una regeneración del hepatocito, sino que se formen sustancias de cicatrización (fibrosis) que remplazan a las células hepáticas, adquiriendo una funcionalidad anormal, en donde la célula solo sirve al hígado como tejido de sostén (tejido conjuntivo). Las funciones del hígado son muchas, y todas de vital importancia para nuestro cuerpo entre ellas tenemos:
- Metabolismo (convertir sustancias que no son excretables por el cuerpo, en sustancias fáciles de excretar) de sustancias químicas como vitaminas, fármacos, alcohol entre otros.
- Producción de bilirrubina.
- Formación de proteínas tisulares.
- Producción de factores de crecimiento.
- Producción de inmunoglobulinas.
- Y muchas más…
Para que la cirrosis se manifieste, el hígado de haber perdido de un 80 a 90% de todas sus funciones, por lo tanto las personas que tiene la enfermedad, se dan cuenta que la padecen en estados avanzados de la misma, cuando hay un aumento en la demanda de las funciones del hígado, debido a intoxicaciones, infecciones sistémicas, deshidratación o incluso episodios de alto estrés como el generado en un traumatismo directo o traumatismo postquirúrgico.
La sintomatología de la cirrosis empieza a manifestarse de manera no muy clara, porque el paciente comienza a presentar anorexia, debilidad, pérdida de peso, osteoporosis (entre otras), y cuando la enfermedad está en una fase muy avanzada el paciente puede presentar ascitis (liquido en la cavidad abdominal), trastornos en la coagulación, es decir, puede presentar hemorragias leves, también puede adquirir un tinte ictérico y su cuerpo comienza a presentar diferentes manifestaciones cutáneas como: telangiectasias, arañas vasculares, ginecomastia, perdida del vello axilar y púbico, múltiples hematomas por pequeños traumatismos, manchas blancas en miembros superiores, piernas y glúteos, dedos en palillos en tambor, eritema palmar, leuconiquias (uñas blancas) y otras tantas.
El tratamiento de la cirrosis no es curativo debido a que en la enfermedad se producen daños irreparables en la arquitectura hepática, el tratamiento es paliativo (que busca atenuar o mitigar los efectos de la enfermedad), disminuyendo algunos síntomas. Lo mas importante quizá, es identificar el factor etiológico de la enfermedad (alcohol, fármacos , toxinas …) y quitarlo para evitar más daños en la estructura hepática.